Artículo-enjuague bucal para halitosis provocada por poetas

Me tomo la -pequeña- libertad de publicar un artículo del hermano Vala. Me ha parecido no sólo necesario, sino deliciosamente ácido y entretenido. Espero que ello no sea fruto de mi distorsionado sentido del humor.

Democracia Representativa.

Habría que empezar sonriendo, luego, pasearse de frente y al reverso -como contrario de frente- de todo lo conquistado, para asentir sin miramientos ante lo ganado y ante lo no perdido de un proceso que ha sido bautizado, en auto sacramental de todos los seres humanos libres, como un loable proceso democrático: Nuestras elecciones presidenciales; democracia que (en paradoja formal), según nuestra Carta Magna, se ejerce a través de los partidos políticos, concebidos a su vez, “como el único instrumento para el ejercicio de la representación del pueblo salvadoreño”. Esto supone un parpadeo enorme sobre las letras y, aspirando fuerte, debemos aceptar la conclusión de que el sistema democrático representativo constituye, desde la primera rebelión inglesa contra la monarquía absolutista en el siglo XVII, el sistema menos perverso de entre los productos políticos que tuvieron su impulso en el tiempo de la Ilustración.
Pero lejos de sonreír y, atendiendo a las raíces demos “pueblo” y kratein “gobernar”, es paradigmático que los ciudadanos ejerzan su poder únicamente a través del voto electoral y, en un acto de concisión, no que los partidos políticos sean el instrumento para el ejercicio de representación del pueblo salvadoreño, sino que, los ciudadanos sean materialmente el único instrumento para que los partidos políticos lleguen al poder en determinado momento histórico. Alejándonos o acercándonos a la instrumentalización, los teóricos de esta forma de democracia suponen unos criterios que son difíciles de suponer en realidades concretas como la nuestra, por ejemplo: Que todos los miembros tienen oportunidades iguales y efectivas de decisión (limitada particularísimamente al momento sagrado de emitir el voto); que todos los miembros tienen oportunidades homogéneas para ilustrarse y crearse criterios sobre las diversas alternativas políticas; que todos podemos optar a cargos de elección popular, siempre y cuando nos subamos sobre las ruedas de los vehículos autorizados (FDRENA, PDCN, etc.), seamos las ruedas de los vehículos o, en el peor de los casos, engrasemos los ejes para que giren incluso sobre nosotros.
No es de extrañar, que este deslinde propio entre quienes tienen el poder económico, que es el verdadero poder, y los que formalmente lo representan, llámense políticos o funcionarios de gobierno, aleje las posibilidades de que exista una relación directa entre estos últimos y el verdadero pueblo, ese pueblo corpóreo a quien más que entender la teoría política de la democracia representativa le interesa que esta le reporte beneficios directos. Resultado de lo impropio que le pareció a la burguesía que ellos, como banqueros, industriales y, en fin, como la macromasa orgánica capitalista, fuera quien a la vez desde las opacas bancas de un salón de congreso decidiera los destinos de un pueblo situado en el extremo opuesto de las cosas; surgió la clase política moderna para representar a un pueblo que de manera muy indirecta influyera (con asentimientos sistemáticos y ojos extraviados), en los asuntos que mucho le incumben y poco le consultan. Así las cosas, es de suponer que en nuestras esferas brumosas de tropicales lunas, la clase capitalista en Alianza se haya servido de una marca Republicano Nacionalista para sostener que una crucita y rostros sonrientes representan a cada uno de los “demos” que saludan festivamente el acercamiento de los “kratein” una vez cada tres o cinco años para fines meramente electorales, pues no solamente nos saludan, sino que conviven un momento con nosotros, se fotografían a veces y claro, nos piden nuestros votos, detallando reiteradamente que es nuestra más fuerte arma (que no la única ja…), para el aseguramiento de nuestra libertad y su permanencia en el poder político, fachada necesaria del económico.
Esto cala -obviamente cala- y no es de extrañar el ver personas, que casualmente son las menos representadas y olvidadas, derramando amargas lágrimas cuando uno de sus falsos representantes, Ávila por ejemplo, no logra acceder al poder político que le aseguraba a él y a sus verdaderamente representados (la clase hegemónica), la estabilidad económica de que al fin de cuentas gozarán si atendemos el discurso de su contrincante. En fin, es lógico que la “clase” política y la “clase” real dominante, es decir, ricos y gobernantes, en nuestro país como en muchos, por un resquiebre propio del sistema, resultaran siendo lo mismos, al frente de una empresa y de un Ministerio. El demos no se vio representado, hay cambio de gobierno: el “kratein” se vistió de rojo. Esto obviamente no significa cambio de poder real, sino formal, debemos esperar que ahora nuestros asentimientos también sean en señal de aprobación. Yo ejercí mi cuota minúscula de poder, mi dedo pulgar (paradoja política), lo atestigua.

Vala.

4 Jutiadas :: Artículo-enjuague bucal para halitosis provocada por poetas

  1. señor, perdone, y halitosis no es con h?

  2. gracias!

  3. Estuve leyendo sus entradas y surge una duda. Sin evasivas en qué creen pues? Atacan al sistema pero van a votar, no les parece contradictorio...

  4. No. Este país a veces no alcanza nuestros ideales libertarios, pero eso no significa que vamos a quedarnos al margen, si a través de la democracia representativa podemos lograr ciertos niveles de cambio hacia el ideal socialista libertario pues lo apoyamos, es lo que hay no??
    Y por lo que no hay luchamos.