Las sociedades tienden a formarse una imagen idealizada de sí mismas, que les permitirá "seguir su rumbo": identificar y localizar las cicatrices, verrugas y otras imperfecciones que afean su aspecto en el presente, así como hallar un remedio seguro que las cure o las alivie. Ir a trabajar -conseguir empleo, tener un patrón, hacer lo que este considerara útil, por lo que estaría dispuesto a pagar para que el trabajador lo hiciera- era el modo de transformarse en personas decentes para quienes habían sido despojados de la decencia y hasta de la humanidad, cualidades que estaban puestas en duda y debían ser demostradas. Darles trabajo a todos, convertir a todos en trabajadores asalariados, era la fórmula para resolver los problemas que la sociedad pudiera haber sufrido como consecuencia de su imperfección o inmadurez (que se esperaba fuera transitoria).
Ni a la derecha ni a la izquierda del espectro político se cuestionaba el papel histórico del trabajo. La nueva conciencia de vivir en una "sociedad industrial" iba acompañada de una convicción y una seguridad: el número de personas que se transformaban en obreros crecería en forma incontenible, y la sociedad industrial terminaría por convertirse en una suerte de fábrica gigante, donde todos los hombre en buen estado físico trabajarían productivamente. El empleo universal era la meta no alcanzada todavía, pero representaba el modelo del futuro. A la luz de esa meta, estar sin trabajo significaba desocupación, a Anormalidad, la violación a la norma. "A ponerse a trabajar", "Poner a trabajar a la gente": tales eran el par de exhortaciones imperiosas que, se esperaba, pondrían fin al mismo tiempo a problemas personales y males sociales compartidos. Estos modernos eslóganes resonaban por igual en las dos versiones de la modernidad: el capitalismo y el comunismo. El grito de guerra de la oposición al capitalismo inspirada en el marxismo era "El que no trabaja, no come". La visión de una futura sociedad sin clases era la de una sociedad construida, en todos sus aspectos, sobre el modelo de una fábrica. En la era clásica de la moderna sociedad industrial, el trabajo era, al mismo tiempo, el eje de la vida individual y el orden social, así como la garantía de supervivencia ("reproducción sistemática") para la sociedad en su conjunto. (pg. 33)
[...]Había que buscar otras formas de asegurar la permanencia del esfuerzo en el trabajo, separándolo de cualquier compromiso moral y de las virtudes del trabajo mismo. Y la forma se encontró, tanto en los Estados Unidos como en otras partes, en los "incentivos materiales al trabajo": recompensas a quienes aceptaran obedientes la disciplina de la fábrica y renunciaran a su independencia. Lo que antes se había logrado con sermones -con el agregado o no de la amenaza del palo-, se buscó cada vez más a través de los seductores poderes de una zanahoria. [...]Aquello que a principios de la sociedad industrial había sido un conflicto de poderes, una lucha por la autonomía y la libertad, se transformó gradualmente en la lucha por una porción más grande del excedente. Mientras tanto, se aceptaba tácitamente la estructura de poder existente y su rectificación quedaba eliminada de cualquier programa. [...]La nueva actitud infundió en la mente y las acciones de los modernos productores, no tanto el "espíritu del capitalismo" como la tendencia a medir el valor y la dignidad de los seres humanos en función de las recompensas económicas recibidas. Desplazó también, firme e irreversiblemente, las motivaciones auténticamente humanas -como el ansia de libertad- hacia el mundo del consumo. Y así determinó, en gran medida, la historia posterior de la sociedad moderna, que dejó de ser una comunidad de productores para convertirse en otra de consumidores.
Esta última transformación no se produjo en igual medida ni con las mismas consecuencias en toda la sociedad moderna. Aunque en todos los países avanzados se aplicó una mezcla de coerción y estímulos materiales para imponer la ética del trabajo, los ingredientes se mezclaron en proporciones diferentes. En la versión comunista del mundo moderno, por ejemplo, la apelación al consumidor que se oculta en el productor fue poco sistemática, poco convincente y carente de energía. Por esta y otras razones se profundizó la diferencia entre las dos versiones de la modernidad, y el crecimiento del consumismo que transformó en forma decisiva la vida de Occidente atemorizó al régimen comunista que, tomado por sorpresa, incapaz de actualizarse y más dispuesto que nunca a reducir sus pérdidas, tuvo que admitir su inferioridad y claudicó.
(pag. 40)
Trabajo, consumismo, y nuevos pobres, Zygmunt Bauman.
¡Qué zanahoria tan apetitosa!
Vale de burro (en sentido no-fálico).
"El trabajo dignifica al ser humano"... yo estoy en proceso de dignificación, ja,ja,ja.
Luego de haberme sometido a dos evaluaciones técnicas, el día de hoy me evaluaron psicológicamente para ver si lleno los requisitos exigidos por el mercado laboral -quiero decir, para ver si tengo las cualidades para poder ser explotada. Bajo la forma de un interminable número de afirmaciones -digo interminable porque rondaban las 500- pretendendían descubrir mis pecados más ocultos: si me enojo con facilidad -especialmete con los nacionalitas-, si lloro o me contengo, si me incomoda el sexo opuesto, si tengo ínfulas de intelectual, si soy patriota o indecente, si como pupusas con las manos o si uso tenedor para comer pollo campero... Al final de la evaluación, la psicóloga nos informó a los presentes que introducirán las respuestas en una compu y un programa les dirá si somos o no competentes para el trabajito que nos dignificará!
Así que yo tampoco paso el examen de decencia del patriota.
Valededecencia.
Ahtziri
26 de febrero de 2009, 18:22Ir a trabajar -conseguir empleo, tener un patrón, hacer lo que este considerara útil, por lo que estaría dispuesto a pagar para que el trabajador lo hiciera- era el modo de transformarse en personas decentes para quienes habían sido despojados de la decencia y hasta de la humanidad, cualidades que estaban puestas en duda y debían ser demostradas.
Afortunadamente podrá demostrar su humanidad mediante su proceso de dignificación. A mí me estaban dignificando en un lugar pero renuncié (es decir, no me sentía tan digno). Ahora sólo me dignifican los sábados, lo cual puede o no ser positivo. Seré, si acaso, parcialmente dignificado. (¿quién entrará a mi casa?)
Chichimeca
27 de febrero de 2009, 13:31Pues yo seré indigna y feliz el lunes.
Renunciaré a uno de mis trabajos.
Pero a mí, hace años que no me examinan para conseguir trabajo. No sé por qué...
Anónimo
27 de febrero de 2009, 19:45Esta semana estaré de vacaciones en mi trabajo, sin embargo en vista que ya no me dignifica, me retirare de él. Qué va a ser de mi? Qué será de mis deudas?? Solo ..nah, nadie lo sabe.
Raúl Marín
27 de febrero de 2009, 21:02Yo, ser sustantiva y adjetivamente dignificado en procesos de relatividad justificante que aun no puedo comprender, pero que los jutes entienden, celebran y deshonran; hoy parpadeo, me sueno los lagrimales y digo: Hermano Chichimeca, hagamos más dignificantes los sábados,pues en verdad son negativamente positivos. A menos que el Pericuyo se cague de la risa y se vaya sin pagar...Hey Raúl, no se preocupe por las deudas...sino por los deudos, esos son más depresivos.
El Pequeño Vala
28 de febrero de 2009, 7:57jajaja, es cierto, ai me pasa la cuenta maitro, jajaja. Es mas, este dignificante sábado yo invito!!!
Pericuyo
28 de febrero de 2009, 9:10Buenas, y arribita de esta entrada no había una que se llamana "A algunos les gusta la política"?
Quizás no, verdad, quizás la soñé.
Saludos a don Piyuk a quien saludé esta tarde y no me reconoció (jua, obviamente).
HuelveElena
3 de marzo de 2009, 17:13juela!!! la Elena nos tiene vigiados!!! jajaja, saludos doña!
Pericuyo
3 de marzo de 2009, 20:39Y yo sí los tengo bien vigiados, no como los que los "amenazan". Sé muy bien dónde viven y qué cómen y cómo combinan la ropa. Juajuajuá.
HuelveElena
3 de marzo de 2009, 21:18Re-cordis: la señora del pan que vino con la mañana a tocar la puerta, la joven de las copias regalando toner, la del periódico de piernas cansadas, la de camisa y ojos verdes, la de sin camisa y ojos verdes, la que tiro un beso y encontró destinatario, la que se escondió tras el árbol de amate contando hasta diez, la que susurró al viento una palabra preconcebida, la que llevó de la mano al hormiguero y me dijo “te quiero”, a lo mejor la que pensé, en ese ejercicio poco saludable -siento luego existo- la que me llevó de la nariz, para no hacer mención de otros apéndices, la malabarista, la acróbata que me causa jubilo y otoño, la sonriente, la que iba deprisa río abajo, la de cabellera remansa, la de la biblioteca que dejó libro abierto, no, la que gritaba con el cuchillo verde, -ella- Sí, fue la del cante, la que se puso frente a mi y descubrí en su rostro una historia escrita y otra por escribir, la de ojeras hermosas, y de postura apolítica, la que ha descubierto que debajo de los adoquines de ese parqueo no hay arena de playa…. a pasó largo me ventilé por las riveras de la biblioteca, subí las gradas y alguien dijo te conozco…
Vale de tarde, de prisa...
pd. No te reconocí porque no te ví los zapatos...
piyuK
3 de marzo de 2009, 21:29Ja, ja, ja.
Qué cosa con los zapatos!
Mire que Chichimeca no me deja conocerlos, pero las cosas pasan. Siempre pasan.
HuelveElena
3 de marzo de 2009, 21:32Y le faltó:
La que amarran a los rieles de un tren para que la rescate un héroe ojeroso y mudo, con bigote de Charles Chaplin. La dama en apuros!
HuelveElena
3 de marzo de 2009, 21:35Diocuarde!!! Solo la gente famosa se conoce. Vale de envidia.abitio
Raúl Marín
3 de marzo de 2009, 21:43* Elena:
"Y yo sí los tengo bien vigiados, no como los que los "amenazan". Sé muy bien dónde viven y qué cómen y cómo combinan la ropa. Juajuajuá."
(espero que el concepto ropa abarque la ropa interior)
* Raúl:
Somos una especie de inmortales al buen estilo de Highlander, -tambien los cronopios se reconocen...- Conozco a un Raúl... Castro.
piyuK
4 de marzo de 2009, 8:52Raúl -pero no Castro- digale a la Elena que acepte nuestra invitación a los bares de copas y usted se apunta también maitro. Saludos.
Pericuyo
4 de marzo de 2009, 9:17De la ropa interior no sé nada -bueno, de la jutesca- pero a mí me encantan los boxers anaranjados. Suenan bien feos, verdad?
Raúl: vas a ir?
Yo iría, don Peri, pero no bebo más que agua embotellada. Se puede?
HuelveElena
4 de marzo de 2009, 10:31Ay, no, en la cita de los vigiados, dice cómo cómen. Qué horrendo error de dedo.
Perdonen, Jutes.
Saludos a Athziri, que me falta conocerla.
HuelveElena
4 de marzo de 2009, 10:36Yo voy si vas, por aquello de la falta de apertura social que padezco en ocasiones, Elena.Y lo del Agua embotellada pues, ya dependería...
Raúl. No Castro.
Raúl Marín
4 de marzo de 2009, 11:11Gracias Elena, sus saludos son bienvenidos, cualquier día nos vamos a conocer, si la veo en algún lado tenga por seguro que la voy a saludar.... la puedo identificar aún sin verle los zapatos, ji,ji,ji.
Dígale a don Chichi que la invite a alguna jutecena.
Vale de desconocida.
:P
Ahtziri
4 de marzo de 2009, 12:03Vaya, resulté casi tan famosa como los Jutes. Lo reconocen a uno en la calle y uno ni sabe!
Salúdeme, pues, Athziri :)
El Chichi no me invita, pero yo digo que siempre puedo ir si me invita usted, verdad?
HuelveElena
4 de marzo de 2009, 12:52Bueno, en realidad las jutecenas son acordadas por los señores, a mi solo me pasan la invitación (no es discriminación, conste, lo que pasa es que yo casi no me reuno por motivos familiares)... pero voy a someter a votación su asistencia en aras de la "democracia participativa", ja,ja,ja... no entiendo la razón por la que el chichi no la invita, algo esconde este señor.
Saludos
:)
Ahtziri
4 de marzo de 2009, 13:16Ahtziri me parece lo de la jutecena!! hagámosla, Elena y Raúl están cordialmente invitados. Vieran que buenos los frijolitos borrachos.
Vale de hermosa vecindad
Pericuyo
4 de marzo de 2009, 14:49Y de paso invitemos a Mochalita...
Chichimeca
4 de marzo de 2009, 18:36Vale de aceptación a tan cordial debate.Perdón por el mal chiste electorero, que no es lo mismo que electoral.
Raúl Marín
4 de marzo de 2009, 18:54vale de cena, hagámoslo!! y no es debate don raúl, es solo una cena donde nos peleamos a tenedor limpio!! jaja. Cuándo pues?
Pericuyo
4 de marzo de 2009, 19:20Cuándo las autoridades Jute lo decidan. Y la Elena que debeaceptar también.
Raúl Marín
4 de marzo de 2009, 20:07HuelveElena
4 de marzo de 2009, 20:29Y por qué lo borrás?
igual, a todos nos cayó una copia...
GRACIAS!
Chichimeca
5 de marzo de 2009, 5:26JA JA JA JA!
No sabía.
JA JA JA JA!
Bien sabés porqué lo borro, vos.
HuelveElena
5 de marzo de 2009, 7:59Ay, no, pobre Chichimeca, cómo le arruinamos sus entradas...
HuelveElena
5 de marzo de 2009, 8:00Gracias DON chichi, pero si voy será la primera y unica vez que me vea viva.
Anónimo
5 de marzo de 2009, 13:52cómo es eso mochalita?
Pericuyo
7 de marzo de 2009, 7:40